Sobre el nuevo currículo de Matemáticas de la ESO

Carta publicada en El PAÍS DIGITAL el 14-1-99
 
 
Madrid, 13 de enero de 1999
 

Sr. Director:

El día 12 de enero su periódico publicaba un interesante artículo sobre los planes del Ministerio de Educación para reformar ESO y los bachilleratos.

En ese artículo se hacía referencia a las prisas del MEC para aplicar estas reformas - Contrarreforma más bien - y a los cambios de estructura y de horas en los cursos de la ESO.

Los cambios propuestos no sólo afectan al número de horas. Hay otros cambios más profundos y peligrosos que afectan a los contenidos y que de forma extraña se han silenciado.

En concreto, leyendo el borrador del currículo de Matemáticas se me han puesto los pelos de punta. No sólo se entierran con él los principios pedagógicos y metodológicos que en esta asignatura inspiraron los currículos de la LOGSE, principios no originales de nuestro país sino que se están aplicando en lugares tan poco sospechosos como EE.UU., Inglaterra y Holanda, por ejemplo, sino que se vuelve a contenidos no ya del plan de estudios del 70 sino del plan del 56.

Me parece que esta situación de retroceso puede resultar de fatales consecuencias para la educación matemática de nuestros jóvenes y creo que los profesores y la sociedad en su conjunto deben estar informados sobre estas cuestiones que aunque más técnicas son de interés general.

Por ello le agradecería que publicase la carta al director que le adjunto a continuación.

Reciba un cordial saludo.
 
¡ Vuelven los logaritmos !
 

- ¡A ver!. ¿Cuánto vale el logaritmo de 17?
- No, no, no... ¡Sin utilizar la calculadora!

Ven ustedes. Todos boquiabiertos y sin saber qué decir. Y eso que la inmensa mayoría de los lectores no estudiaron la ESO cuando eran jóvenes.

Por que no se lo creerán, pero uno de los pocos puntos negros de la cultura del país es que los ciudadanos, desde la Ministra de Educación y Cultura hasta el barrendero de mi barrio, no saben logaritmos. Este es uno de los factores que ha obligado al sr. Aznar a abandonar su simpática coletilla de "España va bien". ¿Cómo va a ir bien un país en que nadie sabe cuánto vale el logaritmo de 17? Con lo imprescindible que es conocerlo para cualquier actividad cotidiana.

Por que vamos a ver, ¿cómo va a calcular la subida de su sueldo o de su pensión, cómo se atreve a ir al mercado o a pagar en la tienda con su tarjeta VISA, por ejemplo, sin una buena tabla de logaritmos? Y si quiere hacer reformas en su piso no lo dude, si no domina los logaritmos puede ser otra víctima más del temible contratista logarítmico.

Vamos, que a las puertas del siglo XXI el que no sepa calcular con logaritmos está abocado al más rotundo fracaso social y por supuesto al paro.

Esto, que puede parecer una broma, es lo que ha debido pensar la clandestina comisión de ¿expertos? que ha diseñado el borrador del currículo de Matemáticas para la ESO. Y claro, abusando de la buena fe de nuestra ministra la han llevado al huerto.

Por que es verdad que los logaritmos fueron en el siglo XIX la principal herramienta para realizar cálculos complicados y tediosos, por ejemplo 17,345234 : 3,54627. En la navegación y en los cálculos astronómicos jugaron un papel fundamental. Y de hecho, en los planes de estudio del bachillerato de 1954, en matemáticas se incluía el manejo de unas preciosas tablas de logaritmos.

Pero también es verdad que ahora existen unos artilugios, calculadoras se llaman, que hacen esos farragosos cálculos en segundos, y cuestan mil pesetas o menos.

No es que yo, ni ningún matemático creo, tengamos nada contra los logaritmos, pobrecillos. Incluso en las calculadoras hay dos teclas para calcularlos. Quizás por eso los expertos han considerado que es imprescindible que todo españolito que termine la secundaria tiene que ser un especialista en ellos. Claro que también hay unas teclas de senos y cosenos hiperbólicos y no las han metido en el currículo. Se les habrá pasado... Les regalo la sugerencia.

En estos últimos años, los profesores hemos llegado a creernos, y a poner en práctica, algo que estaba recogido en la LOGSE: que la mejor manera de aprender matemáticas era a través de la resolución de problemas de la vida real, próximos al entorno, a las necesidades y al desarrollo intelectual del alumno.

Se acuerdan ustedes de aquellos problemas en que un padre maquiavélico repartía la asignación semanal entre sus tres hijos de forma ¡inversamente proporcional! a sus edades. Parece que debía ser una moda muy extendida entre los padres de los sesenta. Por los menos estos problemas estaban en todos los libros de texto.

Pues parece que esa moda va a volver. Bueno, al menos eso es con lo que de forma expresa nos amenaza el borrador del currículo: "expresión en lenguaje algebraico de los problemas clásicos del álgebra: números, precios, repartos, edades..."

Y eso de dividir un polinomio de grado cinco entre otro de grado tres. Se acuerdan...  ¡De cuántos apuros les habrá sacado a lo largo de su vida profesional y familiar dominar tan depurada técnica!

Pues eso es lo que se nos avecina. Decididamente parece que a la comisión de ¿expertos? les hayan regalado una suscripción a Vía Digital y les hayan obligado a tragarse doce horas diarias durante varios meses del canal "Nostalgia".

¡Pobres niños!
 

                                                       Antonio Pérez Sanz
                          Profesor de Matemáticas de Enseñanza Secundaria
                                                          IES Salvador Dalí
 
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