Meteorización

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pulsa sobre las fotos para verlas ampliadas ©César Martínez Martínez

Los procesos de meteorización preceden y posibilitan la acción posterior de los agentes erosivos que arrastrarán los productos de la disgregación mecánica y de la alteración química de las rocas. Las acciones mecánicas serán predominantes bajo climas con fuertes contrastes térmicos, como altas montañas, climas áridos o polares, en los que además escasea el agua líquida, que es imprescindible para que la alteración química resulte eficaz. Ésta, por su parte adquirirá importancia en climas cálidos y húmedos, como los ecuatoriales y templado-húmedos.
 
Bloque hendido en el macizo de Peñalara (Madrid) La meteorización mecánica por efecto del hielo (crioclastia, gelivación) aprovecha la presencia de la fisuración o diaclasado previo de las rocas, como es el caso de este bloque de gneis en el macizo de Peñalara (Madrid), en cuya superficie se aprecian las líneas de fracturación latente.
 
Bloque en rodajas Bloque en rodajas La acción preferente de la gelifracción a favor de esas fisuras va disgregando los bloques según el patrón de distribución de las mismas, dando lugar a diferentes formas. En las fotos, la roca aparenta haber sido cortada en rodajas (cuerda del Cervunal en Gredos, Ávila). Obsérvese el diferente grado de alteración que muestra la roca en uno y otro caso.
 
Caída gravitatoria de un bloque de gneis en el macizo de Peñalara (Madrid) La acción de la gravedad sobre las masas de roca diaclasadas se evidencia en este otro bloque, (macizo de Peñalara, Madrid).
 
Erosión en el litoral cantábrico El diaclasado o fracturación de las rocas actúa igualmente como zona de debilidad ante el avance tanto de la meteorización como de la erosión, como deja ver este estrato situado junto al mar en Cantabria (esta morfología se ha llamado en "tableta de chocolate").
 
Bloque hendido en el puerto de Canencia (Madrid) El diaclasado de los granitos aísla bolos que son redondeados por la alteración química, como este bloque hendido. La presencia de fracturas o diaclasas supone planos de debilidad por los que el bloque rompe bajo la acción de la meteorización mecánica y/o la gravedad (Fuente del Tejo en el puerto de Canencia, Madrid).
 
Caos de bloques en el circo de la laguna grande de Peñalara (Madrid) En la montaña, la disgregación mecánica por gelivación genera bloques y cantos angulosos, de bordes vivos, pues no hay transporte que los redondee ni apenas acciones químicas que los ataquen. Estos fragmentos se acumulan al pie de las laderas formando taludes de derrubios llamados canchales o pedreras, cuya pendiente depende del tamaño de los cantos. Circo de la laguna Grande de Peñalara (Madrid).
 
Circo de la Laguna Grande de Gredos La crioclastia da lugar a paisajes ásperos, con relieves angulosos, agujas y aristas, como consecuencia del arrancamiento de fragmentos de roca por efecto de la cuña de hielo. Los fragmentos forman canchales a lo largo y al pie de la vertiente. Laguna Grande de Gredos (Ávila).
 
Canchales de cuarcita armoricana Los canchales son formaciones inestables en que los cantos se desplazan bajo el efecto de la gravedad, lo que dificulta su colonización y estabilización por parte de la vegetación, de modo que aparecen como calveros en las laderas, sólo ocupados por líquenes (Cerro de las Paradas en los Montes de Toledo).
 
Taludes de derrubios. Canchales en Picos de Europa Las acumulaciones de gelifractos pueden tener forma de conos de derrubios y alcanzar grandes dimensiones, como estos en los Picos de Europa (Fuente Dé, Cantabria). En primer término se ve un camino.
 
Ladera de bloques
Río de bloques
Otras formaciones procedentes de la disgregación mecánica de rocas resistentes y formadas por fragmentos de tamaño decimétrico a métrico son las laderas de bloques, como estas (izquierda arriba) en la Peña de Francia (Salamanca), y los ríos de bloques en los fondos de valle entre relieves. Entre los mejores ejemplos de este tipo de formación, menos frecuente que la anterior, están los ríos de bloques de la sierra del Tremedal (Orihuela del Tremedal, Teruel), que alcanzan desarrollos de hasta 2,6 kilómetros por más de 250 metros de ancho. En la foto inferior de la izquierda se ve el río de la Majada de las Vacas, junto a la zona recreativa, en el puerto de Orihuela.
 
Acción de las raíces Acción de las raícesTambién los seres vivos intervienen en la disgregación y alteración de las rocas, sobre todo los vegetales, capaces de ejercer grandes fuerzas de palanca con sus raíces cuando se introducen por fisuras de las rocas. El talud de un camino (izquierda) ha puesto al descubierto aquí la acción de las raíces de un roble en rocas calizas (Valle de Valmores en Nuevo Baztán, Madrid). A la derecha, una encina sobre una fisura en granito (Camino de la presa de El Gasco en Las Rozas, Madrid).
 
Acción de las raíces En la montaña se suman las acciones de la gelivación y las raíces para explotar la presencia de diaclasas en las rocas (Puerto de la Morcuera, vertiente segoviana).
 
Lapiaces en yesos La alteración o meteorización química puede darse por diversos tipos de reacciones químicas diferentes entre los gases y agua atmosféricos y los minerales componentes de las rocas según la composición de éstos. Las rocas solubles, como los yesos de esta fotografía, dan lugar a formas de disolución superficiales de aspecto de acanaladuras llamadas lapiaces (Beleña de Sorbe, Guadalajara).
 
Lapiaces en calizas Lapiaces en Ordesa. Al fondo la brecha de Roldán La caliza también es una roca soluble (cuando el agua contiene dióxido de carbono disuelto) que permite la formación de lapiaces de diferentes escalas, desde canalillos centimétricos a otros de mayor desarrollo (izquierda: proximidades del ibón de Plan, Huesca) e incluso el aspecto ruiniforme de las calizas (foto derecha) del borde del valle de Ordesa, en Huesca (aquí además actúa la helada de forma intensa).
 
Granito alterado Los granitos se ven afectados por reacciones de hidrólisis que descomponen fundamentalmente los feldespatos y otros minerales poco estables, mientras el cuarzo permanece inalterado. La roca pierde así su coherencia y se inicia su desintegración en arena de cuarzo o grus (bloque de granito en el lecho del arroyo de La Lastra, cerca el Pontón de la Oliva).
 
Granito alterado El efecto antes descrito permite deshacer la roca con la sola fuerza de la mano (igual localización).
 
Arenización del granito Por fin, el granito queda reducido a arena (arenización) formando un depósito llamado grus (Sierra de la Estrella, Portugal).
 
Pila de alteración y diaclasa La alteración química se ve favorecida por la presencia de agua, de lluvia, rocío, deshielo,... La acumulación de ésta en oquedades va formando pilas o pilancones (pot holes, gnammas,...) que pueden alcanzar gran tamaño y tener o no un canal de desagüe. En este caso, la zona que queda en sombra acentúa la oquedad al permanecer más tiempo el agua. En primer término vemos un bloque hendido, también de granito (camino de El Hornillo en el Puerto de Canencia, Madrid).
 
Pilancones de alteración en granito Estas grandes pilas, excavadas en los granitos de La Pedriza del Manzanares (Madrid) muestran canales de desagüe. Muy cerca, el río Manzanares excava otros pilancones de origen muy diferente (Garganta de la Camorza, La Pedriza).
 
Pilas en areniscas La formación de pilas es común en superficies horizontales de diferentes tipo de rocas. Las de esta fotografía son areniscas rojas (las conocidas como piedra del rodeno) de edad triásica, en las que el efecto combinado de alteración y erosión ha aislado bloques y torreones originando un paisaje espectacular. La población del fondo es Chequilla (Guadalajara).
 
Pilas en areniscas En la misma formación, esta pila muestra la formación incipiente de un canal de desagüe hacia la zona en que la superficie rocosa presenta mayor inclinación. El círculo negro señalado por la flecha roja mide 62 mm.
 
Pilas en areniscas Esta fotografía muestra una pila aún con agua y, junto a ella, otra de menor tamaño y planta casi perfectamente circular. El encendedor sirve como referencia de escala.
 
Pila en losas de puente romano De la rapidez con la que se forman estas pilas o pilancones puede dar idea la que aparece en la foto sobre una losa del pavimento del puente romano de Talamanca del Jarama, aparentemente en el punto de intersección de dos fracturas (la piedra puede proceder de una calzada más antigua).
 
Alteración alveolar También las superficies verticales de las rocas sufren procesos de alteración que crean oquedades, las cuales actúan como lugares de retención de humedad al quedar menos expuestas y en sombra, lo que favorece la progresión del fenómeno y las cavidades se agrandan. También se relacionan con procesos de haloclastia. Por su aspecto se ha llamado meteorización alveolar o en panal. Las areniscas rojas de la foto se encuentran en Riba de Santiuste (Guadalajara).
 
Alteración alveolar A veces se pueden formar grandes cavidades (tafoni) que más tarde llegan a quedar expuestas. Con frecuencia sus paredes se hallan intensamente alveolizadas , como estas areniscas del castillo de Vilanova de Escornalbou, en Tarragona.
 
Tafonización Esas cavidades llegan a perforar la masa de roca formando ventanas y arcos, como éstos, labrados sobre conglomerados de origen torrencial y edad miocena (abanico de Cobatillas, Teruel).
 
Alteración alveolar en sillares La alteración afecta igualmente a las rocas empleadas en la construcción, que muestran las mismas huellas que las rocas en la naturaleza, como vemos en este sillar de arenisca de Santa María la Mayor de Medinaceli. La flecha azul señala una antigua moneda de 100 pesetas (24,4 mm de diámetro).
 
Alteración de rocas de construcción En este caso los bloques utilizados son de caliza, una roca muy compacta pero sensible a la disolución si el agua tiene pH ácido. Esto ocurre de forma natural por disolución del dióxido de carbono atmosférico y también se ve acentuado por la presencia de gases contaminantes de nitrógeno y azufre que, emitidos como consecuencia del uso de combustibles fósiles (carbones y derivados del petróleo), forman ácidos en la atmósfera (lluvia ácida). Como muestra la foto, se han debido sustituir alguno de esos sillares.
 
Alteración de rocas de construcción La orientación o exposición a los agentes atmosféricos tiene gran importancia: las superficies expuestas al mediodía no retienen humedad y se ven menos afectadas por procesos de oxidación, carbonatación, disolución, hidrólisis, etc., según la composición de la roca. En cambio las superficies orientadas al norte, en umbría, serán más atacadas por los fenómenos de alteración química, favorecidos por la persistencia de la humedad en la roca, como este muro, orientado al norte, de la catedral de Burgos, que ha perdido gran parte de sus relieves. La regla señalada por la flecha mide 17 cm.

©Páginas elaboradas por César Martínez Martínez. Todas las fotografías son propiedad del autor.
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