Aguas salvajes y de arroyada. Torrentes

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pulsa sobre las fotos para verlas ampliadas ©César Martínez Martínez

Las aguas salvajes son aguas superficiales carentes de cauce y caudal fijos. Corresponden por tanto a fenómenos episódicos de precipitaciones más o menos intensas o fenómenos de deshielo repentino de origen climático o volcánico, por ejemplo. Su efecto erosivo puede llegar a ser muy importante, arrastrando grandes cantidades de materiales, destruyendo el suelo edáfico e, incluso, ocasionando avenidas y desencadenando movimientos de ladera. En todo caso, depende de factores como: cubierta vegetal del terreno, pendiente, tipo de material.
Los torrentes se encauzan en canales persistentes aunque el caudal es también temporal.
 
Arroyada en surco Arroyada en un taludInicialmente las aguas salvajes discurren por la superficie como arroyada en manto o lámina que enseguida comienza su incisión erosiva labrando pequeños surcos y canales (arroyada en surco), que se van agrandando si el terreno es deleznable y carece de protección vegetal (izquierda: arcillas y margas en Zahara de la Sierra, Cádiz). La pendiente acusada favorece e incrementa la capacidad erosiva de las aguas de arroyada (derecha: talud de un arroyo cerca de Aldea de San Esteban, Soria).
 
Inicio de acarcavamiento Las pendientes acusadas dificultan la recolonización vegetal y los surcos y canales profundizan formando cárcavas que evolucionan aumentando su extensión y profundidad (pinares en Cogolludo, Guadalajara).
 
Cárcavas del embalse de Castrejón La deforestación hace que el acarcavamiento afecte a áreas extensas, con la consiguiente pérdida de suelo fértil e incremento en el volumen de sedimentos que acarrean los cursos fluviales. También el clima y la litología son factores que pueden propiciar el desarrollo de estas formaciones (Las Barrancas de Castrejón en Toledo).
 
Cárcavas del Pontón de la Oliva El desarrollo de cárcavas da lugar a paisajes muy accidentados, donde la vegetación no puede arraigar y que los hace inútiles para cualquier aprovechamiento, que presentan profundos surcos entre aristas agudas; por esto, se les ha llamado bad lands o tierras malas (cárcavas del pico del Murciano, nordeste de la Comunidad de Madrid).
 
Torres de erosión Las vertientes y aristas pueden ser casi verticales (igual localización).
 
Torres de erosión Una de las formaciones más características de estos paisajes son las torres de erosión, también llamadas chimeneas de hadas y dames coiffées, generalmente formadas bajo la protección frente a las precipitaciones de un nivel más resistente (igual localización).
 
Torres de erosión El desarrollo de las cárcavas y la altura de las torres de erosión puede ser muy grande. En este caso se puede comparar con el tamaño de las personas que se distinguen en el fondo del canal de la parte inferior de la fotografía (igual localización).
 
Capadocia Cualquier material deleznable, compuesto por fragmentos de rocas poco cementados, es susceptible de desarrollar estas formaciones. En la foto, las torres de erosión están labradas en cenizas volcánicas cubiertas por un nivel resistente también volcánico: ignimbrita, la roca resultante de la consolidación de un flujo piroclástico (o nube ardiente). Valle blanco de Uchisar en Capadocia. Turquía.
 
Capadocia La escasa coherencia de las cenizas permite su fácil excavación y la construcción de viviendas o refugios en su interior, como ocurrió en la antigüedad (igual localización).
 
Cantiles yesíferos de El Piul en Madrid Los torrentes excavan un canal de desagüe en las vertientes y depositan sus acarreos en conos al pie de esas laderas. En la fotografía los cantiles yesíferos de El Piul junto a la laguna del Campillo en Rivas-Vaciamadrid (Madrid).
 
Cantiles yesíferos de El Piul en Madrid Esta vista permite apreciar los tres segmentos en que se han venido estructurando clásicamente estos torrentes de ladera: una cuenca de recepción superior, el estrecho canal de desagüe y el cono de deyección al pie del talud.
 
Canal de arroyada en un abanico aluvial A pesar de su carácter episódico, la capacidad erosiva de las aguas torrenciales puede ser importante, como pone de manifiesto este canal excavado en el cono aluvial del torrente que drena las cárcavas del pico del Murciano, antes mencionadas, cerca del Pontón de la Oliva, en Madrid.
 
Abanico aluvial Ese mismo torrente es capaz de remover bloques de gran tamaño. En el centro de la fotografía, un martillo de geólogo, con mango azul, sirve como término de comparación (la longitud del martillo es 33 cm).
 
Canal de arroyada La violencia de los torrentes formados como consecuencia de una precipitación tormentosa de gran intensidad puede formar canales de grandes dimensiones. Éste de la sierra de Cazorla (Jaén) tiene al menos tres metros de profundidad desde el nivel por el que discurría una senda (señalado por las flechas rojas).
 
Garganta del Todra en Marruecos También en climas áridos las aguas torrenciales tienen gran importancia como agentes de modelado. Aunque escasas en su frecuencia, las precipitaciones pueden ser muy violentas, de carácter tormentoso, y formar torrentes de gran capacidad erosiva que permanecen secos la mayor parte del tiempo. Estos torrentes, actuando sobre una topografía acusada, pueden formar profundas gargantas (Oued Todra, Marruecos).
 
Abanico del barranco de Arás El peligro que supone una crecida súbita puede ser causa de una tragedia si hay personas o bienes expuestas al mismo, en situación de riesgo. Este es el caso de la avenida que en agosto de 1986 ocasionó 87 víctimas al sepultar en agua y lodo el cámping Las Nieves, en Biescas (Huesca). El cámping estaba situado sobre el abanico aluvial del torrente que drena el barranco de Arás, de frente en el centro de la imagen. En primer término vemos la llanura de inundación del río Gállego. La foto está tomada en julio de 2002.

©Páginas elaboradas por César Martínez Martínez. Todas las fotografías son propiedad del autor.
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