BIOGRAFIA
Podemos comenzar por definir a Cronenberg como autor.
Sin apresurarnos a que implique una valoración de por sí, es una
afirmación, digamos, de raíz objetiva. El director canadiense ha tenido el
control sobre sus films, y ha decidido sobre argumentos y proyectos, desde
Shivers (Vinieron de dentro de..., 1975) hasta Spider (idm., 2002). La
única excepción sería algunos primeros trabajos para televisión y Fast
Company (1979), aunque también se apropia de ésta, una historia de
conductores y coches. Aparecen compañías "malvadas, tecnología
experimental, y ese interés por la velocidad y la maquinaria,
posteriormente profundizada en Crash (ídm., 1996).
El origen de
esta carrera cinematográfica tan coherente hay que buscarlo en su
biografía. Cronenberg llegó "tarde" al cine. No era su primera opción
profesional, y estudió ciencia y literatura, antes de comenzar a
interesarse por la expresión a través de una cámara. Él mismo ha señalado
que esto implica que no se acercó al medio desde la cinefilia del
estudiante de cine que quiere, desde muy pronto, dedicarse a dirigir y con
el "peso" de la Historia del Cine sobre sus hombros. Sus influencias han
sido siempre más literarias, y de hecho apenas señala, en las entrevistas,
cineasta alguno que le haya interesado particularmente. Sus primeros
mediometrajes, Stereo y Crimes of the future, los llevó a cabo dentro del
cine "underground" canadiense. La que había sido una anterior maduración
como persona permite arrojar luz sobre esa clara base intelectual de la
que partirá, cada vez de modo más claro, para realizar sus
films.
El siguiente paso podría ser determinar qué tipo de
películas realiza. A priori las preocupaciones retratadas y los escenarios
donde se tienen lugar sus ficciones poseen un mayor grado de fondo
científico. La ciencia-ficción utiliza el futuro y las tecnologías
imaginadas como metáforas para discursos y reflexiones sociológicas o
incluso políticas. Menos común es circunscribirlo tan cercanamente al
individuo. ¿Y qué hay más cercano e íntimo que el cuerpo? Cronenberg
utiliza en sus films la tecnología, de diversos tipos, como facilitadoras
de un camino desde la mente (el deseo) hasta el cuerpo (la realidad). La
reflexión común al género no se queda, en sus películas, en lo conceptual:
la mente produce deseo, un impulso de fuerte cariz sexual que el director
no rehuye. Contrario a la dicotomía mente-cuerpo, el director pone el
énfasis en una relación mucho más directa. Una de los más claros
exponentes de esa literal externalización de lo sexual la encontramos en
The Brood (Cromosoma 3, 1979), donde una madre histérica crea, como
prolongación de su furioso subconsciente, una progenie de niños
asesinos.
En The Fly (La Mosca, 1986) el arquetipo, propio de la
ciencia-ficción, del "científico loco" se matiza y puede que se cancele.
Si bien una víctima de su propio experimento, aquí no hay castigo divino,
sino una evolución, de hombre a hombre-mosca, unión-fusión (con
implicaciones sexuales, cómo no) metáfora de la decrepitud que vive el
cuerpo humano. El error científico tiene consecuencias dramáticas, en los
personajes. ¿Puede mantenerse el amor en la vejez? ¿Es la vida, como ha
afirmado el propio director, nada más que una enfermedad transmitida por
el sexo?
Por tanto, habría que especificar que no estamos ante un
director/autor que esté fascinado, como suele ser habitual, por las
posibles evoluciones de máquinas y tecnologías. De hecho, Cronenberg es
más bien muy poco afín a las ideas "modernas" (de la Modernidad, nos
referimos) que engarzaban con los postulados de la Ilustración, donde
razón y saber (científico) acompasarían el devenir de la raza humana. En
sus films, la sociedad contemporánea la ciencia (máximo exponente de la
razón/progreso) no puede ser ya contemplada como panacea,. La tecnología
no supone un avance; ni en el sentido de progreso social, ni de lo que se
suele entender como influencias liberadoras. Lo único que consigue liberar
son unos impulsos, o bien destructivos, o bien que se enfocan a modos
nuevos de encerrarse en realidades alternativas.Aquí encontramos
una triple clave para comprender la trayectoria y las intenciones del
director canadiense. Por un lado, una peculiar mirada al género, centrada
en el individuo. Las pulsiones que mueven a sus personajes a utilizar la
tecnología demuestran que aún no podemos dejar de ceder a los impulsos de
la carne. Tenemos una amplia gama de adicciones en el cine de Cronenberg.
Desde la más animal tratada en Shivers, pasando por Rabid (Rabia, 1977),
hasta la del protagonista de The Naked Lunch (El almuerzo desnudo, 1991),
o Existenz (ídm., 1999) donde un videojuego se convierte en necesidad casi
fisiológica. Y esta profundización causa una incomodidad en el espectador,
menos propia de la ciencia-ficción que de las intenciones y estrategias
del cine de terror. ¿Es The Fly ciencia-ficción o terror? ¿Y
Shivers?
Y es aquí donde hallamos la segunda parte de la clave: tal vez el marco genérico puede probarse como demasiado estricto para acoger todo lo que este autor pretende. Además de estos títulos donde la ciencia-ficción y el terror pueden darse la mano, Cronenberg, a medida que avanzaba en su filmografía, ahondaba, no ya en los resultados violentos de, por ejemplo, Rabid, Shivers o incluso Scanners (idm, 1981), sino en esa vía de ahondar en cómo tecnología no ayuda a salir de su alienación, sino, más bien, a confirmarla, además con esa relación directa, incluso orgánica. El tema de la problemática del individuo "encerrado" en estas realidades alternativas interesa tan particularmente al director, que ha sabido y querido ampliarlo más allá del género de la ciencia-ficción; hay ejemplos como El almuerzo desnudo, Spider o M. Butterfly (ídm., 1993). El almuerzo desnudo es nada menos que la adaptación de un libro de William Borroughs. En el caso de Spider, el origen de la realidad autónoma es una enfermedad mental, y la cinta deviene de un realismo tenaz y algo asfixiante, donde el protagonista revisa una memoria falseada, y origen de traumas psicológicos. En el caso de M. Butterfly está aún, aparentemente, más lejos de los escenarios de ciencia-ficción o delirantes fantasías usuales en el director. Aquí tenemos la historia de amor entre un diplomático inglés que se enamora de un hombre disfrazado de "geisha". Y es una concepción cultural "convence" al protagonista de que un hombre disfrazado de mujer es una mujer. Otro ejemplo de reflexión sobre el individuo (y de magnífica interpretación actoral) lo tenemos en Dead Ringers (Inseparables, 1987). Con todo esto, se podría pensar que la posición intelectual de Cronenberg produce films fríos. No es así. Al fin y al cabo, le preocupa el individuo; la influencia de lo social/ tecnológico sobre lo emocional. Y para una reflexión sobre estos temas, Cronenberg lo sabe, se requiere la necesaria identificación del espectador con los personajes. Por ello, sus preocupaciones teóricas no han descuidado nunca una formulación dramática. Y un sumo cuidado a la hora de elegir y dirigir actores.
Finalmente, hay una tercera clave, que arroja luz sobre las obras de Cronenberg. Hablar de las influencias en el individuo de la tecnología no puede dejar fuera la sociedad actual que produce y reafirma dichos "adelantos" tecnológicos. Videodrome (ídm, 1983) es, de su primera etapa, quizás donde sus objetivos reflexivos toman mejor cuerpo (nunca mejor dicho) en la imaginería visual; donde la metáfora apoya mejor su discurso. La "nueva carne", la fusión de lo orgánico, con lo inorgánico como posible solución al dilema posee visos negativos. ¿Es Cronenberg crítico, pesimista? En parte, sí. Las realidades autónomas de sus personajes tienen consecuencias a menudo negativas, y el sexo posee un elemento adictivo, como es evidente en Crash. Sin embargo, sus films han abandonado (al menos hasta ahora) aquellas primeras advertencias sobre los efectos violentos hacia "el otro", para indicar más bien una profundización en la violencia ejercida en la psique, en la propia mente (para él, eso sí, muy unida al cuerpo); una evolución que apunta a que su posición se ha matizado y enriquecido. Puede que su intención más reciente sea menos la crítica que la búsqueda de posibilidades de este individuo posmoderno, rodeado de una tecnología que no sublima sus deseos e instintos, si bien sin dejar de apuntar la serie de problemas que se plantean. Algo que ayudaría a juzgar mejor films como Crash, donde puede que no se sancionen los comportamientos mostrados, aunque tampoco se apoyan. Hablaríamos más bien de una propuesta, y no de un discurso cerrado. ¿Cómo afrontar las necesidades sensoriales (y eróticas), ahora desatadas en un momento histórico propicio para el final de los tabúes? ¿Están realmente desatadas, o aún no tomamos conciencia de que somos cuerpos (finitos)? ¿Es la respuesta un sujeto autónomo hasta el grado de lo autoerótico, del onanismo, de las patologías (paranoia, esquizofrenia, etc) derivadas de crearse una realidad propia?
SCANNERS
El film se encuadra
en la fantasía científica. Los "Scanners" son una generación de jóvenes
con poderes mentales, fruto de un experimento sufrido por una serie de
mujeres en los años cuarenta. Ahora, Revok se ha emplazado como un Scanner
dispuesto a utilizar su potencial de modo violento. Como muchas historias
de conspiraciones, el gobierno crea "los monstruos" y luego se adjudica la
labor de tener que controlarlos. La trama, aparentemente convencional,
incluye giros que anticipan intereses del autor. En este afán del Estado
se descubrirán traiciones que desvelan una visión crítica de unos
intereses políticos e industriales que, el director advierte, funcionan
paralelamente. Por otra parte, los dos Scanners que se enfrentan, en
principio polos opuestos (Bien-Mal), resultan estar tan unidos como lo
estarán los protagonistas de Dead Ringers (Inseparables,
1988).
Mucho se esperaba de David Cronenberg, tras los revulsivos
que resultaron ser Shivers, Rabid, y, sobre todo, The Brood (Cromosoma 3,
1979), compendio más articulado de sus intereses y obsesiones, y
profundización en lo que sería una ciencia-ficción más interna y de
conflictos personales (en cierto modo, además, con base biográfica). El
director canadiense ya levantaba interés en festivales como Sitges,
Edinburgo o Montreal. Los aficionados al cine de terror o de
ciencia-ficción (no se podía estar seguro de exactamente qué género
predominaba) tenían muchas esperanzas puestas en él. Por eso se entiende
que su siguiente título, Scanners, causara en cierto modo una decepción.
No es que el film no contenga su habitual dilema cuerpo-mente, aunque sí
puede que, en mayor grado que la mayoría de sus cintas, se enfatiza más lo
exterior, incluyendo explosiones de cabezas y persecuciones de
coches.
Tuvo el presupuesto más holgado hasta la fecha, y, sin
embargo, todavía hoy en día, Cronenberg reconoce que el rodaje estuvo
lleno de problemas. Sólo se le concedieron tres semanas para terminar la
última versión del guión, y apenas dos semanas más para la pre-producción.
Cuando empezó a rodar, no estaba muy seguro de la forma final de la
historia, lo que le forzó a realizar constantes rescrituras durante la
producción. Por otro lado, casi todos los críticos han coincidido en que
la elección de su protagonista, Steven Lack, fue un gran error. Con un
personaje principal que falla a la hora de concretar dramáticamente los
conflictos intelectuales (ya de por sí, como decíamos, más minimizados en
este caso) sobre los que este director suele trabajar, el film se
resiente.
EXISTENZ
La comparación entre eXistenZ (ídm, 1999) y The
Matrix (Matrix, 1999), coincidentes en año de estreno y temática- la
realidad virtual- produce una interesante reflexión sobre los márgenes de
la ciencia-ficción para intenciones de muy diferente alcance. eXistenZ es
la obra de un autor, David Cronenberg, con intereses y preocupaciones muy
específicas, particularmente la ciencia y la tecnología, y su influencia
en el individuo. La protagonista, Allegra Geller (Jennifer Jason Leigh)
tras sufrir un atentado y ser su consola de video-juego dañada, ha de
entrar en éste, video-juego de su creación, y seguir la "misión" preparada
en él. Pero esta huida de la persecución (nada menos que por parte de un
grupo que defiende, con armas, la realidad frente a "la virtualidad")
también harán una extraña aparición dentro del video-juego, y su compañero
"de viaje", Ted Pikúl (Jude Law) a ratos aparenta ser más de lo que en
principio afirmaba.
Esta relación entre realidad virtual y paranoia
nos remite al fondo de varias historias de Phillip K. Dick, y amplifica un
argumento muy propio del género. Algo sólo tratado como (interesante, eso
sí) punto de partida del film de los hermanos Warsowski, para orquestar un
fastuoso film, más bien de acción, donde apenas se ahonda (de hecho, se
refuerza) ese sentimiento de sentirse perseguido o creerse con "una
misión", claves de la patología paranoica. A Cronenberg sí le preocupa
enfatizar que esta realidad alternativa tiene consecuencias en el mundo
real.
Mucha parte de la crítica norteamericana del momento juzgó su
film como un mero entretenimiento, eso sí, de raigambre culta. Tenemos
nuestras dudas sobre una perspectiva que implica que Cronenberg se empeñe
en añadir sus "marcas de fábrica". La inclusión de sus obsesiones y
preocupaciones intelectuales en el argumento y la factura formal no
acontece de forma aleatoria. Así, los enlaces "vivos" para entrar en el
juego (introducidos en los propios cuerpos de los participantes) parece
apuntar a esa dependencia y profundidad hasta la que se inserta (hasta la
propia penetración, nada menos) el juego y la necesidad de los jugadores
de esa realidad alternativa. Para un ateo como Cronenberg, no existe
dicotomía entre cuerpo y mente, y esa unión física es metáfora de una
dependencia tan mental como corporal.
Pudiera ser que el juicio
crítico se dificulte (o se prejuicie) porque esa otra realidad no sea del
todo desvelada como tal, como sí ocurría, para tranquilidad del
espectador, en The Matrix. La narración en el film no opta, una vez los
protagonistas se insertan en el video-juego, por una forma de sueño (o
pesadilla, al modo de, por ejemplo, David Lynch). No hay un "salto" formal
claro entre el mundo retratado antes de entrar en esa otra realidad y
después. A esto se sumaría que, incluso el crítico más sesudo, como
espectador, puede dejarse llevar a partir de cierto momento por la trama
habitual de "persecución/aventura", no ya la del video-juego, sino aquella
en la cual se ve embarcada Allegra Geller y sus fanáticos perseguidores. Y
el que dicha trama se juzgue al final como parte de (¡otro!) video-juego
(y de la fantasía paranoica de Allegra Geller, la protagonista, que genera
el argumento de éste) produce gestos fruncidos. Los finales "sorpresa"
tienen en ocasiones estos efectos, aunque en el caso de eXistenZ convoca
una peculiar reflexión sobre los peligros de unos video-juegos que se
adaptan a las pasiones más ocultas de sus participantes. Lo claro es que,
de este modo, la fantasía es difícil que coincida con el imaginario de un
adolescente, cosa que sí sucede con The Matrix donde en la realidad
alternativa se goza de superpoderes, y se refuerza la carga paranoica: en
el mundo virtual, todos pueden ser enemigos.
Puede que Existenz no
posea elementos tan perturbadores como Crash (ídm, 1996) o The Fly (La
Mosca,1986) la convencionalidad del argumento sería consecuente con los
objetivos del director; retratar ese video-juego. Además hay una carga
crítica y pesimista; en la propia creadora de éste, apreciada como una
especie de líder espiritual, pero origen de fantasías paranoicas y
violentas; en la (habitual en el director) empresa privada como
corporación maligna; en la regresión que implica la creación de una
realidad autónoma. Coincidimos en que, en este caso, fusión de lo orgánico
y lo inorgánico puede producir cierta sonrisa (el humor es una respuesta
ante un subconsciente descubierto). Menos "divertido" es el hecho de que
los protagonistas asesinen dentro de un video-juego donde, como decíamos,
todo se retrata con el mismo "estilo" que la realidad. Y, con todo,
Cronenberg lo dispone con la misma distancia con la que observan dichos
protagonistas las acciones que desempeñan, ya que son "las esperadas"
dentro de la codificada aventura. "Tengo ganas de matar a alguien", afirma
Ted Pikúl; "Déjate llevar; es parte de tu personaje", le responde Allegra
Geller. Y es justo lo que hace.
Tanto ese cierto sentido del humor
provocado por una trama de persecución tan simple (y, a la vez, tan
extraña), como la sensación, primero de hilaridad y crecientemente de
incomodidad hasta el momento en que no sabemos si los personajes son o no
quienes dicen ser o sus "roles" en el video-juego, facilita y reverbera
una distancia desde la que el director reflexiona y quiere hacer
reflexionar, como logra desde hace años, sobre el individuo en la era
posmoderna.
Para terminar, conmino a los espectadores y aficionados
a Cronenberg que, una vez visto el film, y leído este artículo rememoren
ese final grito de los (ahora "revelados") terroristas, "Death to
Trascendence" (siendo Trascendence el nombre del "otro" videojuego). ¿Se
defiende Cronenberg así de algunos críticos que le hayan podido exigir
"realismo" en sus films? ¿Es una enfatización de su postura intelectual,
el arte es trascendencia y no mero retrato de la realidad? Lo claro es que
él no se sitúa del lado de unos u otros; ni estos fanáticos de la realidad
"real", ni los defensores de lo virtual... ¿Una propuesta sin cerrar?
FILMOGRAFÍA
London
Fields (2006)
A History of Violence (2005)
Spider
(2002)
Camera (2000)
eXistenZ (1999)
Crash
(1996)
M. Butterfly (1993)
Naked Lunch
(1991)
Inseparables (Dead Ringers) (1988)
- La
Mosca (The Fly) (1986)
- La zona
muerta
(1983)
Videodrome (1983)
Scanners (1981)
Cromosoma 3
(1979) (The brood)
Fast Company (1979)
Rabia (1977)
-
Vinieron de dentro de
... (1975)
(Shivers)
The Victim (1974)
Don Valley
(1972) (TV)
Fort York (1972) (TV)
In the Dirt (1972)
(TV)
Lakeshore (1972) (TV)
Scarborough Bluffs (1972)
(TV)
Winter Garden (1972) (TV)
Jim Ritchie Sculptor
(1971) (TV)
Letter from Michelangelo (1971)
(TV)
Tourettes (1971) (TV)
Crimes of the Future
(1970)
Stereo (1969)
From the Drain
(1967)
Transfer
(1966)
¿Hay elementos autobiográficos en Spider?
Conocí a Martin Scorsese y él luego me dijo que había tenido miedo de conocerme. Yo pensé: "¿El director de Taxi Driver me tiene miedo a mi?" Esto significa que incluso otro director puede confundir a la persona con la obra. Me dijo que tenía miedo de conocerme y que cuando entré a la habitación se sorprendió al ver que yo parecía un ginecólogo de Beverly Hills. Lo tomé como un cumplido... y luego hice Dead Ringers...
Existe mucho de mí mismo en las películas pero no es lo que llamaría autobiográfico. No se trata de recrear directamente eventos de mi propia vida. Estoy seguro que otros directores hacen eso pero en mi caso es un proceso más sutil y misterioso. Siento que hay una parte de mí en las películas. Todos los personajes son aspectos de mi persona en cierto sentido. Cuando diriges una película o cuando escribes una película eres como un actor. Estás tratando de convertirte en esa persona y ser parte de la realidad de esa otra persona.
Spider en particular es una película en primera persona. Yo tenía la intención de que el público se convirtiera en Spider, que vivieran en él y tal vez sea por eso que para algunas personas sea una película desoladora. Es una película triste. La vida de Spider es triste en muchos sentidos y yo no ofrezco ninguna protección contra eso. Mi intención es que el espectador se convierta en ese hombre y experimente lo mismo que él. Cuando el personaje está confundido el público está confundido. Yo quería que pasara eso. No quería ofrecer otro punto de vista que no fuera el del personje. Siento una gran compasión por Spider y en cierto modo soy él, pero no es una autobiografía.
¿Cómo elige sus proyectos?
Es algo muy extraño. No es algo constante, cambia todo el tiempo. Por ejemplo, cuando me propusieron hacer Crash, leí la novela... leía media novela porque me pareció muy perturbadora y pensé "jamás voy a hacer una película con esto". Seis meses después retomé el libro y lo terminé y seguía pensando que era algo muy interesante pero que era imposible hacer una película con ese material. Un año después el productor Jeremy Thomas me dijo: "¿Por qué no haces una película basada en Crash?" y le dije que sí.
No sé qué fue lo que sucedió entre la lectura del libro y el momento en que acepté el proyecto. En verdad no lo sé. Siento que debe haber una relación muy profunda y compleja entre el proyecto y mi vida interna. Siempre es un proceso de descubrimiento para mí, es como un viaje filosófico. No quiero parecer pretencioso, aunque lo soy.... Es muy difícil hacer una película y si no te apasiona de una manera que quizás no puedes comprender entonces no podrás lograrlo. Lo he dicho muchas veces, pero es verdad: uno hace la película para descubrir por qué quería hacerla. A veces hablo con críticos que dicen que tengo ciertos intereses: transformación corporal, sexualidad, tecnología y les doy la razón, pero en realidad así no es como funciona. No pienso en temas ni en mis otras películas. Es algo mucho más visceral e intuitivo.
Sobre William Burroughs y su versión de Naked Lunch:
También pasé algún tiempo con él. De hecho, fuimos juntos a Tanger. Burroughs no había estado ahí en 20 años y recorrimos las calles donde él había vivido y trabajado. A pesar de esto, Burroughs no tuvo nada que ver con el guión y tampoco intervino directamente en la realización de la película. En ese sentido, no fue uno de los colaboradores.
Creo que no tengo tiempo de contar toda la historia de la filmación de Naked Lunch. Sólo contaré una parte porque fue un proceso de más de 2 años. En un principio habíamos ido a Tánger, en Marruecos, que era la tierra imaginaria de Interzone en la obra de Burroughs. Fui con mi camarógrafo y mi diseñador de producción, tomamos fotos y encontramos locaciones. Estábamos a punto de empezar a filmar Naked Lunch en Tánger, cuando estalló la Guerra del Golfo -la primera Guerra del Golfo, probablemente habrá varias- y nos encontramos con que no podíamos ir a Tánger a hacer la película. Todos pensaban que eso significaba el fin del proyecto, pero entonces pensé que Interzone es un lugar imaginario. No es realmente Marruecos. Es un lugar que existe en la mente de Burroughs, es una especia de fantasía que él tenía sobre el norte de África. Pensé: "¿Por qué no filmamos en Toronto? Tenemos camellos... en el zoológico. Existe una población de origen árabe. Probablemente podemos crear un mejor Interzone porque sería más imaginativo hacerlo en Toronto que en Marruecos." En lugar de cancelar la producción, el dinero que se habría gastado trasladando todo el equipo a Marruecos se gastó recostruyendo Marruecos en Toronto... Podría continuar pero el tiempo es limitado.
Su opinión del cine fantástico y de terror:
No tengo mucho qué decir porque no he visto muchas de esas cintas. Soy muy selectivo con las películas que veo. No siento la obligación de ver todo y me resisto a ver películas que no considero interesantes o que sean una pérdida de tiempo o que le pueden interesar a otras personas pero no a mi. No me considero un cineasta de género, algunas de mis películas pertenecen al género del terror y de la ciencia ficción pero nunca me he considerado un cineasta de ese género. Por lo tanto no estoy obsesionado con el tema y sólo he visto partes de películas como Scream, Scream 2, Blade 2. Aprecio a Guillermo del Toro, es un buen amigo y el director de Blade 2 pero ese tipo de cintas no me interesan demasiado. Es posible que existan películas maravillosas y he oído de producciones orientales muy interesantes... aunque no estoy tan seguro de que sean tan interesantes. Vi Ringu y lo que más me llamó la atención es que retoma elementos de mis películas, especialmente Videodrome. Es muy difícil para mi dar una respuesta objetiva. No me considero un experto en el tema.
Es cierto que he hecho cine de género, pero hay una diferencia entre alguien que hace películas de género y alguien que es un director de género. Kubrick hizo cine de terror y ciencia ficción y no por eso es un cineasta de esos géneros. No le doy la espalda al cine de terror. El cine de género es algo interesante. Te puede cobijar. Pongo el ejemplo de The Fly. Si hubiera intentado hacerla como una película dramática habría sido imposible conseguir el financiamiento porque en esencia se trata de dos personajes en un cuarto: son dos amantes muy atractivos, uno de ellos contrae una terrible enfermedad y muere lentamente frente a su amada, que le ayuda a suicidarse. Sería imposible conseguir que alguien financiara esa película pero al presentarla como una película de terror o ciencia ficción, con tecnología y mutaciones, se transforma en una historia de amor.
Hay ocasiones en las que el cine de género te permite expandir tu discurso y hacer cosas que no podrías hacer de otra forma, pero llega un momento en que se vuelve algo limitante porque tiene sus propias reglas y los fans tienen sus expectativas. Si invitas a un fanático del cine de terror a ver Spider querrá ver arañas y se va a llevar una decepción.
¿Es cierto que en la filmación de Shivers tuvo que golpear a una actriz?
Todavía estoy en contacto con esa actriz... y no me refiero a ese tipo de contacto. Es cierto. Es una historia larga y divertida. En realidad yo nunca he golpeado a nadie excepto a Susan Petrie, esta actriz. Eso sucedió porque ella me lo pidió y me gusta consentir a mis actores...
Ella era una actriz canadiense, muy popular, muy hermosa y una muy buena actriz. Shivers fue mi primer largometraje. Había hecho películas underground antes pero nunca había hecho una cinta profesional con todo un equipo técnico. Había hecho mis otras películas sólo y ahora tenía a muchos técnicos a mi disposición. Estaba trabajando con actores profesionales que tenían más experiencia que yo. Llegó un momento en que teníamos que hacer una escena donde su personaje debía llorar y ella me dijo que tendría que golpearla. Le pregunté por qué y me dijo que porque no podía llorar, era una película muy importante para ella, con un personaje sexy, algo superficial y se trataba de una escena muy emocional. Dijo que no tenía la técnica actoral para llorar y que por eso quería que la golpeara.
Yo no quería hacerlo, pero di la órden a los técnicos de preparar todo y entonces ella y yo fuimos a otro cuarto y todos se preguntaban a dónde había ido la actriz, oyeron los golpes y entonces ella salió llorando. La primera vez que le pegué me dijo que le tenía que pegar más fuerte, que no le estaba haciendo nada, y eso era porque yo no quería golpearla. Ella salió llorando y los técnicos no daban crédito porque nunca habían visto que yo hiciera algo semejante, no suelo gritar en el set. Se acostumbraron pronto porque había muchas escenas donde ella lloraba y llegaron a verlo como algo normal, decían: "Ah, sí, tiene que llorar otra vez, pégale y vamos a hacer la escena"
¿Qué nos puede decir de su experiencia en Nightbreed?
Sí, están preguntando sobre mi experiencia como actor en Nightbreed, la película de Clive Barker, donde pasé tres meses en Londres como actor profesional. Es la única vez que he tenido que hacer algo así. He actuado en otras películas pero nunca durante tanto tiempo. Fue una experiencia interesante. Clive me agrada mucho y nos divertimos mucho en la filmación.
Alguien me preguntó: "Ahora que has actuado en una película, ¿sientes más simpatía por los actores?" Dije que no pero creo que la respuesta correcta es "sí". Con esto quiero decir que como actor ocupas un espacio muy cercano al que ocupas como director pero en realidad estás viviendo en otro mundo, te preocupas por cosas completamente distintas. Para mí fue algo muy educativo estar frente a las cámaras, especialmente en una producción profesional. He aparecido en películas underground pero es una atmósfera completamente diferente.
Realmente comprendí la corporeidad del actor, algo muy diferente a la del director. Cuando diriges no importa si tienes catarro o si estás despeinado, mientras seas capaz de decir "acción" y "corte" puedes dirigir. Como actor es algo diferente porque dependes de tu cuerpo. Mucha gente cree que los actores son vanidosos porque se preocupan por su pelo, su ropa, su cuerpo... Es como cuando un músico cuida sus manos, se trata de su instrumento de trabajo.
Mi posición en Nightbreed fue muy extraña. Me convertí inmediatamente en el actor más tramposo del mundo. Eché mano de todas las mañas que tienen los actores para llamar la atención del director. Después de eso pude entender mejor a los actores, aunque tal vez no se note demasiado porque siempre he tenido muy buena relación con ellos... aunque los tenga que golpear. Después de eso entendí cómo es la experiencia del actor y por qué hacen las cosas que hacen y por qué sienten lo que sienten, y definitivamente es algo que me ha ayudado a ser un mejor director, creo que todos los que están interesados en dirigir deberían tener esa experiencia.
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