Mil quinientos millones de pesetas en su realización. Utilización exhaustiva de la cámara (encuadres oblicuos, cámaras subjetivas, travellings circulares), de la fotografía (uso y abuso del color para dar sensación de frío o calor). Efectos especiales de última generación. Un reparto plagado de caras conocidas. Un compositor excepcional. Directores de renombre. Un productor ejecutivo de fama y prestigio internacional.
Apenas hace diez
años de su realización. Pero, ¿recuerda alguien
hoy en día Wild Palms?
La cadena ABC se frotaba las manos, solo un año después del auge y caída de Twin Peaks, con la nueva propuesta televisiva que les llegaba de manos de Oliver Stone. A Stone la había llamado la atención un cómic serializado en el magazine Variety titulado Wild Palms (editado como obra completa por Ediciones B en Marzo de 1994), escrito por el guionista de Escenas de la lucha de sexos en Beverly Hills, Bruce Wagner. El cómic presentaba un Los Angeles futurista donde el protagonista, Harry Wycoff, se veía envuelto en medio de una guerra entre dos sectas, los Amigos y los Padres, por hacerse el control de una nueva forma de realidad virtual.
A veces daba la sensación de que ese argumento solo servía para poner de vuelta y media a algunos de los más representativos miembros de la fauna hollywoodiense, porque aprovechaba para poner a caldo a un buen montón de estrellas (cosa que para el lector de Variety debía tener su gracia, pero el que esperaba leer un cómic de ciencia-ficción se debió llevar un palmo de narices). El cómic también destilaba una paranoia que debía de ser del gusto de Stone, aunque hay reconocer que desde que la Iglesia de la Cienciología se hiciera con dos de los edificios más grandes de Hollywood Boulevard hace un par de años uno termina por pensar que el cómic de Wagner no debía andar tan alejado de la realidad.
Para la realización de la serie, Stone se mantuvo al margen de las tareas de dirección y contrató a cuatro directores que empezaban a destacar (y que con el paso de los años han ido desapareciendo): Phil Joanou (que acaba de salir de Análisis final y había filmado el video de U2 Rattle and Hum), Keith Gordon (antiguo actor fetiche de Brian DePalma (Vestida para matar, Una familia de locos), Kathryn Bigelow (que alcanzó cierto renombre tras Los viajeros de la noche y Acero azul y que acababa de tener un éxito comercial con Le llaman Bodhi) y Peter Hewitt (director de la secuela de Las alucinantes aventuras de Bill y Ted). Aparte, tenía en la composición musical a Ryuchi Sakamoto y un reparto compuesto por caras conocidas. Con la fuerte inversión de la cadena ABC, la cosa parecía un éxito seguro. Televisión de primera.
El año: 2007. Harry Wycoff (Jim Belushi) es un abogado que vive en un Los Angeles futurista en aparente felicidad con su mujer Grace (Dana Delany) y con sus dos hijos pequeños. Pronto, una antigua amante de su juventud, Paige Catch (Kim Cattrall), pedirá ayuda a Harry para que le ayude a encontrar a su hijo largamente desaparecido.
Paige introducirá a Harry en la Secta de los Padres, regida por el senador Anton Kreutzer (Robert Loggia), un mandamás de una cadena de televisión que acaba de revolucionar el concepto de televisión con su programa "Vidrieras", que, a través de la realidad virtual, transporta el programa en cuestión al propio hogar del televidente. Para mas inri, Coty (Ben Savage), el hijo pequeño de Harry, es elegido para protagonizar junto a la estrella de Hollywood Tabba Schwarkoff (Bebe Neuwirth) la primera serie que usa ese sistema.
Tommy Laszlo (Ernie Hudson), el mejor amigo de Harry, por su parte, poco a poco le irá presentando a otro grupo, la Secta de los Amigos. Lo que Harry en un principio ignora es que ambas sectas están enfrentadas y que una de las líderes de los Padres es Josie Ito (Angie Dickinson), su suegra, que manda asesinar dentro de esta guerrilla privada a la hermana de otro de los líderes de los Amigos y amante de Tommy, el pintor Tully Woiwoode (Nick Mancuso). ¿Complicado? Pues todavía vamos por el episodio piloto...
Harry es expulsado de su grupo de abogados y el senador le ofrece un puesto dentro del grupo empresarial Wild Palms
Todavía sin conocer los verdaderos propósitos de uno u otro
grupo, Tommy presenta a Harry a Chickie Levitt (Brad Dourif), genio de la informática
y verdadero creador del sistema Vidrieras. Levitt sabe crear el Chip Viaje,
un sistema que permite al portador fundirse con la Realidad Virtual y alcanzar
una nueva forma de vida. En sus ansias de inmortalidad el senador ansía
el chip, y organizará un plan para arrebatárselo. El senador aprovecha
un viaje de negocios de Harry y Paige a Hong Kong para introducir a Harry un
poco más en su secta, marcándole la mano con el signo de una palmera,
lo que provoca el temor de su esposa...
Porque Grace es en realidad hija de Eli Levitt (David Warner), antiguo amante y ahora enemigo de Josie, que vive recluido en un sanatorio, y que aparte de ser el padre de Grace también lo es de Chickie. Eli sabe que el momento de reorganizar a los Amigos en la guerra contra los Padres está cerca, pero para ello necesita convencer a Harry, que poco a poco va perdiendo a su mujer, en parte por su cada vez mayor atracción hacia Paige, en parte por la aparición de un antiguo amante de esta.
Harry se irá acercando paulatinamente a los Amigos y trabajando para ellos como un infiltrado dentro de los Padres, tras descubrir que desde hace años se dedican al rapto de niños para sus propios intereses. De hecho, Coty no es en realidad el hijo de Harry, sino del senador y de Paige: fue cambiado al nacer por Peter (Aaron M. Metchnick), que ahora vive vendiendo mapas de las estrellas en Los Angeles. La trama poco a poco se va complicando presentando diversos enfrentamientos (Josie contra Eli, Josie contra Tully, al que deja ciego, Peter contra Coty...). El senador usa una droga llamada Mimezina para poder transformar las ilusiones virtuales en algo sintético, pretendiendo con esto aumentar su poder, y una vez consiga el Chip Viaje, alcanzar la inmortalidad...
El principal problema de esta serie, como no es muy difícil de adivinar leyendo la sinopsis (y aún he dejado de comentar varias subtramas) era su extrema complejidad, más si tenemos en cuenta las apenas cinco horas en las cuales se desarrolla. El ritmo es vertiginoso, la música es francamente buena..., pero es difícil, muy difícil de seguir. No es del todo cierto lo que decía Dana Delany durante la presentación de la serie ("Deja que las imágenes entren en tu cabeza, disfruta cada escena, y al final todo tendrá sentido"), porque el episodio piloto es lo llamado "veneno para la audiencia".
Los personajes se presentan sin parar, las situaciones cambian de un momento a otro (drama familiar, intrigas políticas, ciencia-ficción...) y uno no termina muy bien de saber qué está pasando. Sí, es cierto que a lo largo de la serie se van resolviendo todas estas tramas (algunas de un modo demasiado abrupto), pero los ratings americanos no tuvieron piedad: Del puesto inicial en los ratings (27 de la semana, nada mal para un programa nuevo) se pasó a un 45 (sobre 79) en la segunda... muy poco para lo que había costado, de nada sirvió la línea telefónica que montaron los de la ABC para que los espectadores llamaran para enterarse de lo que pasaba.
Y lo cierto es que el casting es destacable, pero tal vez para algunos personajes se podían haber elegido otros actores. De acuerdo, nunca han sido necesarios buenos actores para la televisión (aunque se agradezcan), pero a gran parte de la memoria colectiva lo primero que le van a venir a la cabeza James Belushi, Kim Cattrall, Ben Savage o Ernie Hudson son sus papeles en comedias.
Hasta Robert Loggia parece excesivamente forzado en su papel de mafioso en esta ocasión, Brad Dourif repite su papel de demente y los que realmente destacan sobre todos los demás son Dana Delany, que todavía tenía reciente su triunfal paso por televisión con Playas de China y que luce bastante en su papel de ama de casa amargada (por una madre psicópata y una secta que le robó a su hijo, lo cual es bastante comprensible) y, sobre todo, Angie Dickinson y David Warner. Como curiosidad, el escritor William Gibson, proclamado como el "padre del cyberpunk" tras su éxito con la novela Neuromante deja caer su palmito en el episodio piloto.
Fue el propio Bruce Wagner quien escribió el guión de la serie basándose en su propio cómic, y lo cierto es que uno no sabe si fue toda su culpa el enredo de situaciones, o si se quedaron muchas escenas en la sala de montaje.
Los diálogos en ocasiones son un tanto forzados (demasiadas frases
lapidarias, que a veces resultan increíbles hasta dentro de su propio
universo, y que desde luego poco ayuda el horrible doblaje que tuvo en su versión
española) y las enredadísimas tramas no estaban en su cómic
apenas por ningún sitio (aparte de que cambia el sacrificio final de
Harry en el cómic por su superviviencia en la serie, aunque s
e lleva por delante al 80% del casting...). Se nos dejan por explicar un buen número de cosas, y los clímax finales (que son bastantes, teniendo en cuenta el número de personajes), aparte de que suceden a un ritmo que ni Urgencias, dejan un regusto de que "saben a poco".
Wild Palms tenía un buen argumento, y podríamos estar ahora hablando de una serie memorable y, a pesar de su innegable calidad visual, de sus encadenados frenéticos y muy bien hechos y de momentos verdaderamente logrados (el rescate por parte de los amigos de Chickie Levitt a ritmo de "House of Rising Sun", por citar uno particularmente destacable), uno no deja de tener la sensación de que se le podría haber sacado mucho más partido. Se podría haber extendido más la duración de la serie, haber dosificado esa complejidad (aunque se hubiera perdido ese frenetismo) y seguramente ahora estaríamos hablando de un clásico. Todo está "demasiado concentrado" en esas cinco horas. O quién sabe, a lo mejor fue esa audacia planeada desde el principio, no dar concesiones y dirigirse a una minoría (así se crean los cultos a los programas de televisión...).
La respuesta de la audiencia norteamericana fue así bastante pobre (los episodios tercero y cuarto ocuparon los puestos 32 y 42 en los ratings, que, si bien no están mal del todo, desde luego no debieron dejar muy contentos a los inversores de la cadena, cosas de la tele...) y se dieron al traste los planes de hacer una segunda parte (no es que sobrevivan demasiados, a saber qué habrían hecho...). La carrera de Wagner en televisión no tuvo mucha continuidad, lo siguiente que escribió para televisión fue White Dwarf (Enana Blanca en su pase por TV2), algo así como extrapolar la idea de Doctor en Alaska a otro planeta (un huraño médico de Nueva York, interpretado por Paul Winfield, en el futuro es obligado a ejercer por tiempo limitado la medicina en un planeta primitivo y en guerra civil). Tampoco acompañó aquí la suerte al escritor del guión de Pesadilla en Elm Street 3, quedándose la idea en una TV Movie sin continuidad.
Ficha Técnica:
Directores: Peter Hewitt, Keith Gordon, Kathryn Bigelow, Phil Joanou /
Productor: Michael Rauch / Productores ejecutivos: Oliver Stone, Bruce Wagner /
Guión: Bruce Wagner, según su propio cómic / Fotografía: Phedon Papamichael / Música: Ryuichi Sakamoto / Montaje: Norman Hollyn, Patrick McMahon, Stan Salfas / Diseño de producción: Dins W. W. Danielsen /
Intérpretes: James Belushi (Harry Wyckoff), Dana Delany (Grace Wyckoff), Robert Loggia (senador Anton Kreutzer), Kim Cattrall (Paige Katz), Angie Dickinson (Josie Ito), Ernie Hudson (Tommy Lazlo), Bebe Neuwirth (Tabba Schwartzkopf), Nick Mancuso (Tully Woiwode), Charles Hallahan (Gavin Whitehope), Robert Morse (Chap Starfall), David Warner (Eli Levitt), Ben Savage (Coty Wyckoff), Bob Gunton (Dr. Schenkl), Brad Dourif (Chickie Levitt), Aaron Michael Metchik, Rondi Reed, Beata Pozniak, Charles Rocket, François Chau, Eugene Lee, William Gibson, Sean Canan, Oliver Stone /
Nacionalidad y año: USA 1993 /
Duración y datos técnicos: 300 min. color.
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