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Enterramientos,
Rituales, Religión,
y Canibalismo
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Del mismo modo que los Neandertales cuidaban
humanamente a sus compañeros incapacitados, también enterraban
a sus muertos. “Los Neandertales no acreditaron un enterramiento deliberado
y significativo de sus muertos hasta medio siglo después de su descubrimiento”
(Constable 1965:97). Esto “trasluce una aguda autoconciencia y una preocupación
por el espíritu humano” (Leaky and Lewin 1977:125). El emplazamiento
de sus tumbas fue intencionado y muchas han sido encontradas en diferentes
áreas de Europa y Oriente Próximo. Los entierros neandertales
tienen elementos humanisticos y ritualistas, con el cadaver colocado en
una posición durmiente
o fetal, con la cabeza mirando hacia el oeste y los pies apuntando al este.
Algunos restos han sido encontrados con animales colocado en las manos
o el cuerpo, junto con ocre rojo, un pigmento de color posiblemente
utilizado para los rituales simbólicos. Algunos Neandertales están
enterrados juntos, lo que significa que grupos enteros de parientes permanecían
unidos después de la muerte.
Uno de los más fascinantes y controvertidos lugares de enterramiento
es la Cueva de Shanidar. Los restos que allí se encuentran, llamados
Shanidar IV, fueron cuidadosamente colocados en posición fetal en
un áspero lecho tejido de belcho, un tipo de planta local. De acuerdo
con las muestras de polen tomadas, estos Neandertales fueron enterrados
con varias especies diferentes de flores. “A partir de la ordenada distribución
de los granos en torno a los restos fósiles es incuestionable que
las flores fueron dispuestas deliberadamente y no dejadas caer sobre la
tumba, como si el cuerpo hubiera sido cubierto” (Leaky and Lewin 1977:125).
Aparentemente, los familiares y amigos del difunto recogían estas
distintas especies de flores, las llevaban consigo y las colocaban cuidadosamente
sobre el cuerpo. Algunas de las especies de flores encontradas en Shanidar
IV eran [yarrow], aciano, cardo de San Banaby, hierba cana, jacinto, belcho
y una especie de malva. Muchas de ellas tienen propiedades medicinales
que “abarcan desde el alivio del dolor de muelas y la inflamación
hasta su uso como cataplasma y para las convulsiones” (Solecki 1971:249).
De acuerdo con Solecki, “se puede especular que el individuo no era sólo
un hombre importante, un jefe, sino que podía haber sido una especie
de curandero o chamán en su grupo” (Shreeve 1995:53). A partir de
este análisis es verosímil que “la gente de Shanidar tuviera
conocimiento de algunas de las propiedades medicinales de las flores” (Leaky
and Lewin 1977:125).
Siete tumbas neandertal fueron encontradas en La Ferrassie, en la región
suroeste de Francia. Consistían en un hombre, una mujer, dos niños
y tres bebés. El hombre tenía una edad aproximada de 45 años
y
-
“su esqueleto mostraba
que
había sido enterrado acostado sobre su espalda, ligeramente inclinado
hacia la izquierda, con las piernas flexionadas. Tres piedras lisas estaban
asociadas al enterramiento, una cerca del cráneo y las otras sobre
los brazos, y varios grandes huesos, astillas de hueso y láminas
de sílex habían sido puestas en su tumba, interpretadas a
menudo como una protección del enterramiento. Cerca de la tumba
del hombre estaba el esqueleto de una mujer de unos 25 a 30 años,
enterrada en tal posición que sugiere que podría haber sido
atada antes del enterramiento. No hay enseres en este enterramiento. Los
neandertales 3 y 4 estaban enterrados en trincheras de 30 a 40 cm. de profundidad
de apariencia similar. Contenían los huesos de dos (posiblemente
tres) nilis y un feto o neonato. En medio de las trincheras había
una depresión oval, de 40 por 30 cm., que contenía los restos
de un feto incompleto (de unos 7 meses) y tres [racloirs] bellamente hechos”
(Shackley 1980:87).
En medio de ellos, un esqueleto infantil, de unos 4 años, “estaba
sin cabeza; la calavera estaba enterrada a corta distancia, cubierta con
una gran piedra marcada con una serie de depresiones artificiales huecas”
(Trinkaus and Shipman 1993:255). Muy cerca había fosos y trincheras
que en algunos casos contenían huesos de animales. Esta evidencia
indica que los neandertales enterraban ceremoniosamente a sus muertos de
modo simbólico y ritual. El acompañamiento de herramientas
de sílex con los restos puede ser interpretado como una creencia
neandertal en la inmortalidad. Estos objetos y la fauna son posibles representaciones
de una buena caza y garantía de vitalidad en el espíritu
del mundo, o podría también ser un emblema del estatus en
el interior de la tribu. Otra característica de este lugar de enterramiento
es lo que parece ser el primer señalador de tumba. Las depresiones
huecas en la piedra probablemente tienen una significación desconocida,
incluida la aceptación de la muerte de un hijo, su inclusión
en el clan o su anterior residencia en la cueva. Este simple monumento
también simboliza una obra de arte.
El enterramiento del “Anciano”, en la La-Chapelle-aux-Saints,
fue
de vital importancia para el desarrollo de las ideas acerca de los neandertales.
Este individuo estaba enterrado sobre su espalda, con su cabeza hacia el
oeste, el brazo izquierdo extendido y sus piernas flexionadas a la derecha.
Cerca de la cabeza había tres largos huesos metatarsianos de mamíferos,
junto con otros restos animales. Muchos de estos huesos parecen haber sido
quemados, así como el sedimento circundante, que indica probablemente
algún festín que tuvo lugar antes de que este individuo fuera
enterrado.
Otro enterramiento neandertal, el de un varón adolescente, fue encontrado
en Le Moustier, en el sur de Francia. Los restos habían sido rociados
con ocre rojo y enterrados en una posición que simulaba que estaba
dormido. “Su cabeza descansaba sobre una almohada de sílex y habían
sido esparcidos alrededor huesos quemados de ganado salvaje, como en ofrenda”
(Shreeve 1995:53). En el yacimiento de Teshik-Tash en Uzbekistán,
un niño de unos 9 años estaba enterrado con cuernos de cabra
montés circundando su tumba. Habían sido dispuestos verticalmente,
en parejas, formando un círculo alrededor del cuerpo con las puntas
dirigidas hacia el suelo (Shackley 1980). Debajo del cráneo había
un pequeño bloque de piedra caliza que parecía estar insertado
con el fin de soportar el material en el que descansaba la cabeza.
Además de enterrar a sus muertos, se cree que los neandertales también
realizaban rituales de enterramiento. La evidencia de ello es que en muchos
de los enterramientos neandertales existentes, incluidos los que acabamos
de mencionar, contienen herramientas y ofrendas de alimento. Varios de
estos lugares tienen también hogares alrededor de los esqueletos.
“Esto puede representar un elemento ritual, tal como la provisión
de calor para contrarrestar el frío de la muerte, pero es más
probable que sean los restos del fuego de un banquete fúnebre, encendido
cuando las exequias estaban siendo realizadas” (Shackley 1980:104). Los
enterramientos que incluyen estos hogares han sido anteriormente mencionados
en la tumba de La-Chappelle-aux-Saints, que contenía supuestamente
huesos quemados de animales alrededor del cuerpo. Cuando este sitio fue
excavado por primera vez, se concluyó que “había sido un
sepulcro en el que la gente iba a comer (numerosos) alimentos fúnebres,
pero no a vivir, ya que la cueva tenía unas bóvedas demasiado
bajas para vivir confortablemente y no había ningún residuo
de la fabricación de herramientas. (Shackley 1980:103).
Otro enterramiento que contenía indicios rituales es el de Teshik-Tash.
Como ya hemos mencionado, los cuernos apuntan al suelo alrededor del cuerpo
y probablemente habían sido colocados allí como protección
simbólica. Sin embargo, un pequeño hogar había sido
hecho cerca de los cuernos, que ardió durante un breve tiempo, según
evidencia la arcilla subyacente sin quemar (Shackley 1980). Estas
asociaciones hacen también probable que alguna forma de ritual funerario
fuera realizada (Shackley 1980).
Otro caso de enterramiento ritual tuvo lugar en Le Moustier, donde el cuerpo
de un joven fue rociado póstumamente con ocre rojo. En La Ferrassie,
un hombre y una mujer enterrado fueron encontrados cabez con cabeza en
la parte delantera de la cueva y los hijos fueron enterrados más
atrás hacia el centro. En este yacimiento había también
nueve misteriosos montículos, todos del mismo tamaño y altura,
dispuestos en fila de a tres. En el interior de uno de esos montículos
descansaba el recién nacido y tres bellas piedras de pedernal. “Los
primeros investigadores concluyeron que los montículos habían
sido construidos en un enterramiento ritual” (Benditt 1989:33). Sin embargo,
los antropólogos están bastante confusos sobre su significación.
Algún propósito ritual o simbólico puede ser encontrado
en los bloques de piedra encontrados en las tumbas neandertales, junto
con comida, herramientas y la posición flexionada del cuerpo. F.
Clark Howell cree que
-
“la evidencia de esta fuente indica claramente
que el Hombre de Neandertal creía en la vida después de la
muerte y que ésta no era probablemente distinta a la vida sobre
la tierra, ya que parece que trataba de ayudar a los muertos en su camino
con herramientas y comida. La vida misma parece haber sido vista como una
clase de sueño, puesto que los cadáveres estaban cuidadosamente
dispuestos como si estuvieran durmiendo (Howell 1965:130).
En contraste con la creencia de que los neandertales enterraban a sus muertos
por razones personales y simbólicas, algunos paleoantropólogos
todavía dudan de esta teoría. Argumentan “que los neandertales
enterraban a sus muertos sólo evitar a los animales carroñeros
y eliminar el olor” (Rudavski 1991:44). Estos críticos alegan que
varias muestras de polen del enterramiento de Shanidar podían haber
llegado a la tumba arrastradas por el viento, los pies de los dolientes
“o incluso de miembros iraquíes del equipo de excavación
que llevaran flores entre los pliegues de sus fajines” (Johanson and Edgar
1996:100).
Robert H. Gargett, graduado por la Universidad de California en Berkeley,
creía que todos los enterramientos neandertales conocidos podían
explicarse por procesos naturales de preservación. Gargett argumentó
que los diferentes grados de conservación de los restos pueden ser
debidos a la geología y no a la compasión humana (Benditt
1989). Los esqueletos más completos fueron encontrados en cuevas,
en las que el enterramiento puede haber sido provocado por causas naturales.
Por ejemplo, en La-Chapelle-aux-Saints, la tumba del “Anciano” puede haber
sido causada por la acción disolvente del agua sobre el suelo de
piedra caliza de la cueva. Gargett también afirma que los nueve
montículos de La Ferassie pueden haber sido creados también
por fuerzas naturales. Sugiere que pueden haberse formado “debido a la
acción del hielo, que puede crear montoncitos geometricamente moldeados”
(Benditt 1989:32). Por consiguiente, Gargett es muy escéptico sobre
la mayoría de los enterramientos neandertales.
Por el contrario, los antropólogos Philip Chase y Harold Dibble
creen que “enterramientos deliberadois estñan clarmente presentes,
pero no hay señales obvias de rituales” (Chase and Dibble 1987:276).
Según ambos autores, las túmbas del Paleolítico Medio
solo contienen objetos de uso diario lo que obliga a plantear la cuestión
de si los mismos reflejan algúna ceremonia simbólica o ritual
antes del enterramiento. La mayor parte de las sepulturas están
localizadas en áreas de ocupación de los yacimientos y los
objetos relevantes de estos enterramientos no pueden distinguirse de los
artefactos encontrados en el resto del área. Un ejemplo de ellos
es el yacimiento de Teshik-Tash. Aunque parece que la tumba del joven neandertal
estaba circundada por un anillo de cuernos de cabra montés, estas
muestras fueron encontradas por todas partes en el yacimiento, adornando
una gran extensión con restos de animales. Chase and Dibble concluyen
que:
-
“Podemos, por consiguiente, esperar alguna asociación
con la sepultura simplemente debida a la distribución aleatoria
de los restos de estas especies a lo largo del yacimiento. Pero tal asociación
podría no implicar una conducta significativa. En segundo lugar,
la asociación entre el hueso de cabra y la sepultura no es tan fuerte.
En el momento del descubrimiento sólo la calavera estaba situada
en el interior de la concentración de cuernos y la parte poscraneal
yacía más allá. Esta dispersión de los huesos
sugiere la intervención de un predador... Incluso si el núcleo
de cuernos fuera alguna vez asociado con las sepulturas, la asociación
podría haber sido pragmática más bien que ritual:
los cuernos pueden haber sido usados simplemente como picos para excavar
la tumba . (Chase and Dibble 1987:276). Por consiguiente, para que las
tumbas sean verdaderamente simbólicas y rituales de “una religión
o creencia en otra vida, los objetos de la tumba deben exhibir algunos
caracteres especiales aparte de los que se pueden encontrar en cualquier
parte del yacimiento”, como en las sepulturas del Paleolítico Superior
(Chase and Dibble 1987:274).
Otra cultura ritual simbólica que se atribuye a los neandertales
es el culto a los
osos
de las cavernas. Colecciones de huesos de oso ampliamente dispersados por
los yacimientos lo sugieren, especialmente en Drachenloch, en Suiza, donde
“un cierto número de cráneos de oso fueron encontrados apilados
en un arca de piedra” (Kennedy 1975:92). Se cree que el arca de piedra
había sido fabricada por los neandertales, que habrían habitado
a la entrada de la cueva. La parte superior de la estructura estaba cubierta
por una sólida losa de piedra. “En el interior estaban las calaveras
de siete osos con los hocicos dispuestos frente a la entrada de la cueva
y aún más dentro de la cueva otras seis calaveras de oso
en nichos a lo largo de la pared” (Shackley 1980:110). cerca de estos restos,
había atados en manojos huesos de extremidades pertenecientes a
diferentes osos. En consecuencia, fue en este yacimiento donde se encontraron
los supuestos símbolos del “Culto al Oso de las Cavernas”. Consistían
en la calavera de un oso de tres años con la mejilla perforada y
atravesada con un hueso de pierna de un oso joven. “Descansaban sobre dos
huesos de otros dos osos, en una disposición que dificilmente podía
haber sucedido al azar” (Howell 1965:127).
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Reconstrucción de cómo
el arca de piedra de Dranchenlock podría haber sido dispuesta.
Click en la imagen para una
vista más grande |
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Dibujo que representa la calavera de un oso de las cavernas atravesada
por el fémur de un oso joven. Click
en la imagen para una vista más grande
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En Regourdou, al sur de Francia se encontró un fenómeno similar-
Allí, un foso rectangular contenía los restos de al menos
veinte osos, la mayoría de los cuales eran calaveras, cubiertos
por una sólida losa de piedra que pesaba cerca de una tonelada.
Cerca de allí reposaban los restos de un neandertal en otra fosa
de piedra, con varios objetos, entre ellos un húmero de oso, un
raspador, un núcleo y algunas láminas, que fueron interpretados
como ofrendas fúnebres. (Chase and Dibble 1987).
Tal vez está relacionado con el culto al oso de las cavernas el
singular descubrimiento realizado en una profunda cámara de la cueva
de Basua en Savona, Italia, en la que una estalagmita vagamente zoomorfa
estaba rodeada de bolitas de arcilla y aparentemente fue usada por los
neandertales para una ceremonia. Huesos de oso estaban diseminados por
el suelo, lo que sugiere que no se trataba probablemente de un juego sino
que había sido realizado con un propósito ritual de algún
tipo. (Kennedy 1975).
Frente a la idea de que los neandertales construyeran estos fosos para
almacenar osos de las cavernas con propósitos rituales, es posible
que estos yacimientos puedan ser explicados por factores naturales (Chase
and Dibble 1987). Corrientes subterráneas pueden haber producido
una acumulación de usos de oso de las cavernas en nichos naturales
y agrupar bloques de techo caídos. Otra posibilidad es que los osos
de las cavernas prepararan nidos circulares y muriesen en ocasiones durante
la hibernación. Derrumbes de la cueva pueden explicar la creación
de fosos cubiertos con grandes techos. Es posible que algunos osos murieran
por causas naturales en esta cuevas y pasado un cierto tiempo se produjeran
los derrumbes, produciendo el efecto de que había sido creado un
foso de almacenamiento. Chase y Dibble también descubrieron erróneas
interpretaciones durante el examen de las cuevas a principios del siglo
XX que afirmaban el culto a los osos de las cavernas. Los primeros arqueólogos
registraban pobremente los datos sobre posibles heridas de cacería
en los osos o la evidencia para indicar si habían sido matados (Chase
and Dibble 1987).
Cráneo de oso de las cavernas
El Hombre de Neandertal podría haber practicado el canibalismo,
debido al hambre o como una clase de ritual de muerte. Uno de los yacimientos
más controvertidos en relación con este asunto está
en el Monte Circeo, en Italia, donde en 1939, un cráneo Neandertal
fue descubierto en el interior de un anillo oval de piedras. El agujero
donde la médula conecta con el encéfalo, conocido como foramen
magnun, había sido ensanchado y fracturado, sugiriendo que el cerebro
había sido extraido y consumido. Sin embargo, la posición
original del cráneo en el interior del anillo de piedras es dudosa
porque la persona que la descubrió no recuerda si la volvió
a dejar en el lugar adecuado (Klein 1989). Un análisis del cráneo
no muestra ni cortes ni marcas de raspaduras, peladuras o escamas, asociadas
con prácticas caníbales (Bower 1991). En lugar de ello, marcas
de mordeduras de carnívoro aparecen en varias partes del cráneo,
especialmente en la base. A partir de esta evidencia, es probable que una
hiena manoseara la calavera, comiera el cerebro y la empujara sobre una
insignificante configuración de piedras.
Los restos mutilados de veinte hombres, mujeres y niños de Neandertal
fueron encontrados en Krapina, Croacia, en 1899. Se ha especulado que estos
individuos fueron devorados ritualmente puesto que, a juzgar por el gran
amontonamiento de huesos de animales que había en la cueva, la caza
era copiosa. Los análisis realizados a estos huesos muestran que
“los neandertales habían dejado las mismas señales en sus
compañeros humanos que en sus presas animales” (Gore 1996:27). Algunos
estudiosos creen que esta carnicería canibal no eran parte de un
ritual puesto que todos los huesos no habían sido desgarrados de
la misma manera. Sólo los huesos de las extremidades, que contienen
una gran cantidad de médula habían sido partidos. El canibalismo
es visto, por consiguiente como “una entre otros modos que tenían
los Neandertales de alimentarse más bien que como un acto ocasional
de desesperación de seres humanos hambrientos” (Gore 1996:27). Otra
evidencia, como el yacimiento de Teshik-Tash y el cráneo del valle
de Neander, apunta al descarnamiento del cadaver antes del enterramiento.
Es posible que el Hombre de Neandertal comiera ritualmente a sus camaradas,
para apropiarse de su fuerza y su valor como creían muchas tribus
bushman actuales. Otros rituales fúnebres neandertales pueden haber
sido realizados como un sacrificio a un dios, como en el caso de los cadáveres
de pantano europeos.
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El cráneo
del Monte Cicero, encontrado en un círculo de piedras, se pensó
que podía representar alguna matanza canibal ritual. Hoy sabemos
que fueron las hienas las que rompieron la base del cráneo. |
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Sin
embargo, un fragmento de cráneo, junto con otros varios huesos,
en Krapina, indica algo completamente diferente. Marcas de cortes con herramientas
neandertales pueden verse en la calavera y en otros restos de Krapina,
que no se muestran aquí. |
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Vista microscópica de marcas de corte en un hueso pre-Neandertal
de Atapuerca. Fotografía de Juan Luis Arsuaga, et. al. Atapuerca.
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No está todavía probado si los neandertales realizaron verdaderamente
o no una conducta simbólica ritual o si tenían algún
atisbo de religión, a pesar de las especulaciones indicadas. Sus
muertos fueron enterrados, posiblemente tenían miedo a su resurrección,
lo que podría explicar por qué muchos cadáveres neandertales
aparecen apretadamente flexionados como si hubieran sido atados con correas.
La colocación de pesadas losas de piedra sobre sus tumbas puede
verse también como un impedimento al regreso del difunto. El descarnamiento
del cuerpo puede ser indicativo de tomar medidas para evitar que su espíritu
les persiguiera (Constable 1973).
Los neandertales
pueden
haber practicado prácticas mágicas y ritos relacionados con
la caza, lo que afectaba a cada uno de los miembros de la tribu (Constable
1973). La cueva de Basua contiene una pista de esto. Bolitas de arcilla
dispuestas de una forma vagamente animal alrededor de una estalagmita,
en la profundidad de la cueva, puede ser el símbolo de una futura
caza o el relato de una caza pasada. Por otro lado, puede ser un juego
de niños. Otro ejemplo viable de magia relacionada con la caza fue
una ceremonia que pudo tener lugar en una cueva del Libano, hace unos cincuenta
mil años, en la que los neandertales desmembraron un ciervo, colocaron
sus restos en un lecho de piedra y los rociaron de ocre rojo. El pigmento
fue posiblemente un símbolo de la sangre y el acto fue aparentemente
un intento ritualista o mágico de controlar la vida y la muerte
en el reino de los ciervos (Constable 1973).
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